Torcído, desigual, blando y sonoro,
te resbalas secreto entre la flores,
hurtando la corriente a los calores,
cano en la espuma y rubio con el oro.
En cristales dispensas tu tesoro,
liquido plectro a rústicos amores;
y templando por cuerdas ruiseñores;
te ríes de crecer con lo que lloro.
De vidrio, en las lisonjas, divertido,
gozoso vas al monte; y, despeñado,
espumoso encaneces con gemido.
No de otro modo el corazón cuitado,
a la prisión, el llanto se ha venido
alegre, inadvertido y confiado.
"compara el curso de su amor
con el de un arroyo"
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